Capítulo 1 Introducción
Las hojas secas y ocres que el otoño dejaba a su paso crujían bajo las pisadas del joven, quien se aferraba con suavidad a las pequeñas, manitos de las niñas que lo acompañaban. Caminaba a paso lento, y su mirada iba cubierta de melancolía, respiraba agitado, y el hondo vacío en su alma se hacía presente, como cada año, en aquella fecha.
Una vez que llegó a su destino, su mirada azulada se enfocó en las blancas y frías paredes de aquel lugar, entonces observó a las personas a su alrededor y asintió.
Las ágiles manos de unos músicos tomaron el arco y rasgaron las cuerdas del violín:
«Déjame llorar by Ricardo Montaner» empezó a sonar frente a la fría tumba del mausoleo de la familia Duque, por celebrarse un aniversario más de la muerte de una de las mujeres más importantes en la vida de Joaquín.
La melodía parecía traspasar aquellos fríos muros, y mezclarse con el sonido del viento:
«Iluminada y eterna, enfurecida y tranquila. Sobre una alfombra de hierba ibas volando dormida. Un imposible silencio enmudeciendo mi vida. Con una lágrima tuya y una lágrima mía»
Un indescriptible vacío se instauró en la boca del estómago del joven Duque, quien dejó caer su cuerpo en una de los escalones que daban a la puerta del mausoleo, entrecerró sus ojos por unos minutos mientras su respiración se aceleraba, entonces cuando abrió sus párpados la miró levitando:
El hermoso y largo cabello dorado de la mujer jugaba con el viento, la falda de su vestido blanco se agitaba con el vaivén de la melodía, su rostro seguía siendo tan hermoso tal como él lo recordaba, lo observaba con aquella amplia sonrisa jovial, y su mirada cargada de ternura se reflejaba a través de sus ojos llegando hasta su alma.
«Siempre cuidaré de ustedes, lo prometí» escuchó en un suave murmullo, entonces varias cálidas lágrimas brotaron de los ojos del joven Duque, de pronto unos tibios y pequeños brazos lo rodearon brindándole consuelo.
-No llores papi, nosotras te queremos mucho -se escuchó en la delicada voz de María Fernanda.
Joaquín abrió sus ojos y limpió con el dorso de su mano su rostro, estrechó a sus pequeñas hijas, conmovido hasta los huesos por su demostración de cariño, entonces les sonrió con ternura y las vivaces miradas azuladas de las gemelas se posaron en él.
-Es el momento de colocarle las flores que trajimos -comentó él aclarándose la garganta, entonces se puso de pie y con las manos temblorosas introdujo la llave en la cerradura del mausoleo.
-¿Por qué escogiste lila, papi? -preguntó Malú.
-Porque ese era su color favorito -expresó con la voz entristecida el joven.
-¿El próximo domingo le podemos poner flores rojas? -indagó Mafer.
-Sí mi princesa, el otro fin de semana le vamos a colocar rosas rojas – aseguró Joaquín a su niña, mientras pasaba su mano por la fría lápida y le dedicaba unas palabras en suaves murmullos.
-Papi -escuchó de nuevo y sintió las manos de sus hijas jalando de su chaqueta.
-¿Qué sucede princesas? -cuestionó él inclinando su rostro para mirarlas.
-Dijiste que cuando cumpliéramos cinco años, nos ibas a contar cómo conociste a mi mamá, hoy es nuestro cumpleaños -comentó María Luisa.
Joaquín sonrió y las observó con ternura, su corazón se estremeció al volver al pasado, miró en el rostro de sus hijas a aquella chiquilla de sonrisa traviesa que le cambió la vida por completo, y que le convirtió en el hombre que hoy en día era, entonces pasó con dificultad la saliva y respiró profundo.
-Tienen razón, les voy a contar la historia de un Duque que andaba perdido en la vida, y tuvo la suerte de conocer a una hermosa reina que le alumbró el camino -mencionó suspirando, mientras acariciaba los rubios cabellos de sus hijas, entonces las pequeñas se aferraron a las piernas de él, y lo abrazaron con emoción.
Se sentaron frente al mausoleo y mientras empezaba a narrar la historia, la voz de las gemelas lo irrumpió:
-¡Ya volvieron! -gritaron las niñas.
La mirada de Joaquín se iluminó por completo, su corazón palpitó con fuerza abrupta, tal y cuál la primera vez que la conoció, ella caminaba hacia él, mostrando aquella amplia sonrisa que lo enamoró a primera vista.
-¡Papi! -gritaron los dos pequeñitos que se soltaron de los brazos de su madre y corrieron hacía él.
-¿Por qué demoraron tanto? -indagó abrazando a los chiquitines que se aferraron a sus piernas, y observando con profundo amor aquella verdosa mirada de su esposa.
-Porque estos duquecitos, luego de salir del baño se pusieron a correr por todo el cementerio -comentó ella algo agitada, y se acercó a él-. Escogiste una canción muy linda. -Lo abrazó, y acarició con ternura su mejilla.
-Ella se merecía eso y más -mencionó él, y la tomó de la cintura, la abrazó a su pecho y luego inhaló su aroma tan familiar-. Gracias a ella vos y yo estamos juntos.
La esposa del joven sonrió y su mirada mostró un gran destello de luz. Observó a lo lejos a la mujer levitando y le sonrió, y notó como ella los observaba mostrando en su rostro una infinita paz, y profunda felicidad.
-Cuando era niña prometí que me enfrentaría a brujas y dragones por rescatar a mi Duque, y lo cumplí -aseveró orgullosa, sintiendo su corazón agitado, se reflejó en la azulada mirada de él-, siempre encontraré la forma de regresar a tus brazos.
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¿Será que el amor triunfó y pudo acabar con la maldición que pesa sobre la familia Duque? ¿Creen en los milagros? ¿Son lectoras de poca fe?
¿Qué opinan? ¿Desean descubrir que sucedió? Lleguemos hasta el final. Les pido no sacar conclusiones apresuradas, lean con calma, y disfruten de la historia.
Si llegaste a esta historia y no leíste: Si me ves llorar por ti, no pasa nada, pero recomiendo hacerlo, para entender esta de mejor manera.
María Paz está por cumplir 17 años cuando conoce a Joaquín, él tiene veinte, sin embargo, en ese lapso ellos no sostienen ningún tipo de contacto sexual. A pesar de que la edad de consentimiento en el estado de New York es a partir de los 16 años Joaquín es un caballero y en ese tiempo, ellos se dedican a conocerse.
Les pido dejar sus comentarios en las reseñas. Gracias por leer.